jueves, 6 de marzo de 2014

PREDICA CON EL EJEMPLO.

Cada niño va construyéndose, imitando o rechazando los comportamientos y maneras que ve a su alrededor. Por eso, el ejemplo puede ser formativo o deformativo, según sea el caso.

Lo que resulta ridículo es pretender ser convincentes predicando una cosa y actuando habitualmente en contra de lo que estamos predicando. Pues lo que realmente convence no son las palabras y los elocuentes discursos, sino las vidas vividas con integridad, y el ejemplo de todos los días.

Si está toda la casa desordenada, pretender que los niños mantengan su cuarto ordenado es pedir peras al olmo. Si cuando llegas del trabajo dejas el abrigo encima de un sillón y te repantigas delante de la tele, ten en cuenta que tus hijos harán exactamente lo mismo.  Y ya puedes sermonear a tu hijo con lo perjudicial que es el tabaco, que como sigas tú fumando, vas de cráneo.


Lo normal es que detrás de unos chicos alborotadores y chillones suele haber unos padres escandalosos, que mantienen la televisión a todo volumen y se pelean a voces en la escalera de casa. Y, a su vez, a la sombra de niños ordenados y laboriosos, suele haber padres de la misma manera.

Es verdad que a veces, siendo conscientes de alguno de nuestros defectos, así como de las desventajas que éste conlleva, queremos librar a nuestros hijos de él. ( Por ejemplo, fumar, beber, no tener estudios, no seguir una conveniente higiene bucal, ). Pero como, por otro lado, ya nos hemos resignado y no hacemos nada por quitárnoslo de encima, no resultamos en absoluto convincentes.

No basta con que nuestra intención sea buena. Si buscamos ser realmente eficaces en nuestra tarea educativa, es necesario que pongamos verdadero empeño en ir por delante, predicando con el ejemplo, pues aunque no logremos superar definitivamente nuestros defectos, es preciso dejar bien claro que lo seguimos intentando. Ese es el único medio de que nuestros hijos comprendan la razón que acompaña a nuestras palabras, y no sólo eviten cometer nuestro mismo error, si no que nos puedan resultar de gran ayuda para superarlo.

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