Es normal que la mayoría de los padres recurran a pequeñas promesas que no piensan cumplir, para conseguir que sus hijos pequeños obedezcan. !!! Ojo con el tema !!! Porque engañar para salir del paso es enormemente peligroso.
Si le prometes al niño que si se va a dormir pronto, mañana le comprarás un triciclo, probablemente se meterá en la cama sin rechistar. Y si es muy chiquitillo, es posible que al día siguiente se le haya olvidado la promesa.
Recurrir a promesas fáciles que no se piensan cumplir es un arma de dos filos, pues con ello se consiguen pequeños éxitos - a corto plazo -, a la vez que se va socavando la confianza natural que tiene todo hijo en su padre, hasta que se produce el distanciamiento a largo plazo.
Cuando son unos críos, los hijos se lo creen todo - hasta que la Luna es un globo que se me escapó -, no por mérito nuestro sino por debilidad suya.
Pero, con el paso del tiempo, van descubriendo que " no es oro todo lo que reluce " , y su ingenuidad va convirtiéndose fácilmente en suspicacia, a base de escarmientos con engaños y promesas incumplidas.
Para educar no es necesario hacer ninguna clase de promesas, pero si las haces, cumple tu palabra. Si le prometes al niño que le comprarás un helado si se calla, y va y decide callarse, !! Cómpraselo cuanto antes !! Pues si vas dando largas y no encuentras el momento de comprarlo, y al final se pasa la tarde y cierran la tienda, te habrás ahorrado un helado, pero habrás perdido la confianza de tu hijo. Y no merece la pena perder tanto por tan poco.
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